Terminamos ya el curso que vino en llamarse el del «cambio inclusivo». Durante el mismo he percibido un aumento espectacular de la «curiosidad docente» por conocer mejor las herramientas necesarias para llevar a la práctica diseños didácticos que hagan que todos los alumnos del aula participen y progresen en sus aprendizajes.
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Una curiosidad que trae consigo semillas para el cambio, pero que no ha sido suficiente para potenciar un modelo básico de funcionamiento participativo en las aulas. 

Sensaciones Encontradas

Aunque durante este curso he asistido a numerosos congresos y he participado como ponente en varias formaciones para el profesorado, me he quedado con el sinsabor de conocer si todas estas acciones propiciaron alguna acción real en las aulas, algún cambio metodológico u organizativo, algún atisbo de intento de hacer cosas diferentes. 
Llegados a este fin de curso, con las valoraciones (calificaciones) finales de los alumnos, volvemos a la historia de siempre: volvemos a la doble vara de medir, a los suspensos y aprobados con asteriscos, a aquella eterna y venenosa expresión del «no sabe, no puede, no llega»; volvemos a los informes finales de recomendación de cambio de modalidades de escolarización hacia vías más segregadoras. Nada cambia.
Y es que no son pocas las veces que he comentado que tengo una extraña sensación de que somos siempre los mismos los que vamos moviéndonos de un sitio a otro, formándonos, formando, aprendiendo, enseñando e ilusionándonos con esa escuela de nuestros sueños, esa escuela feliz en la que todos los alumnos son valorados por sus propios potenciales. 

El cambio no es fácil, el cambio supone un giro radical en nuestra forma de entender la escuela. Un giro que debe venir propiciado desde altas instancias administrativas y burocráticas a las que no les interesa, o peor… no les importa ese cambio. Instancias que permiten que un profesor/a manifieste impunemente que NO QUIERE atender a este o aquel alumno sin que exista ningún tipo de sanción. 
Pero este cambio también requiere que los centros lleven a cabo una auténtica #RevoluciónInclusiva (José Blas García), diseñando modelos organizativos que pongan en juego estrategias como la docencia compartida, la enseñanza multinivel o el ABP sin que aquel que lo intente sea sometido al tercer grado por sus compañeros.

Optimismo y Esperanza

No obstante sigo siendo optimista. Este curso hemos transformado Menorca con el hashtag #MenorcaInclusiva, donde más de 30 docentes de todas las especialidades se formaron sobre ese cambio necesario. Sin duda la Asociación TEA Menorca, de la mano de Mónica Llera tuvieron mucha o toda la culpa. 

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También he tenido la gran alegría de participar en una formación docente a los maestros de PT/AL y orientadores de los Centros SAFA de Andalucía, los cuales se han marcado el modelo inclusivo como una de sus líneas estratégicas a seguir en los próximos años. He podido además asesorar en la puesta en práctica de una UDI experimental en la que se conjuga la triada inclusiva: ABP – Multinivel – Cooperativo. Gracias Jesús Martínez por tu interés, persistencia e ilusión en llevar a la práctica este proyecto del que espero noticias. 
El comienzo de año fue esperanzador: la Junta de Andalucía me convoca para aportar ideas para un futuro decreto andaluz de Inclusión. Tampoco he tenido más noticias sobre su trascendencia real en los proyectos legislativos sobre atención a la diversidad. Esperemos que se nos oiga. 
Otro de los grandes momentos para la esperanza ha sido alcanzar en mi blog las 500.000 visitas. Un blog dedicado al 100% a la Inclusión y que genere tantas visitas nos lleva a pensar lo que comenté al inicio del post: al menos la curiosidad está ahí.
Y terminaré el curso asistiendo como ponente a las Jornadas de Orientación e Inclusión de Valencia y Alicante, junto con Coral Elizondo, Paco Buigés y Manolo Ávila; y a las Jornadas de AKOE Educació, también en Valencia. En ambos casos con un gran aforo que estará pendiente a las propuestas que les hagamos para ese necesario cambio inclusivo.

Lo que nos queda…

Para el curso que se presenta quiero seguir ahondando en las prácticas inclusivas en las aulas. Para ello, uno de los mayores privilegios con los que voy a contar en este final de curso será el de participar como invitado, junto a José Blas García, en el Instituto de Verano de TBL 2017, impartido por Robert Swartz, y en el que podremos conocer de primera mano el Aprendizaje Basado en el Pensamiento y colaborar con su creador para que este modelo pueda ser trabajado con todos los niños, independientemente de sus capacidades personales. Un gran reto y un gran honor. 
Por otra parte mi insistencia personal irá encaminada a ofrecer a los docentes modelos prácticos para trabajar con la Triada Inclusiva: ABP – Multinivel – Cooperativo. Establecer un modelo preciso, generalizable y comprensible será una de las líneas estratégicas a seguir durante el curso próximo. 

Gracias

No me queda más que dar las gracias a todos aquellos que habéis estado ahí a lo largo del curso, participando de estos posts, comentando, aportando y también criticando. He crecido profesionalmente mucho más desde que me dedico a compartir con vosotros lo poco que sé, que en todos los años anteriores.
Cada nuevo post supone para mi un importante reto mayor que el anterior, porque me habéis demostrado que os interesa lo que aquí se escribe sobre inclusión. 
Gracias a todos y cada uno de vosotros porque podremos seguir trabajando durante un curso más por un modelo de escuela para todos.