Una de las preguntas más importantes que deben dirigir nuestro sistema de educación debe ser «¿Cómo?» Las formas, métodos y modelos son la guía para propiciar los cambios, para alcanzar los «¿Qués?» y los «¿Para qué?«.

Por ello es que siempre que propongo algo intento ofrecer un Cómo para que se pueda poner en práctica en el aula.
Hace una semana aproximadamente, publiqué en este blog una entrada llamada «Maestros de Pedagogía Inclusiva: ¡Salid del «aulario!» y hoy me gustaría dar algunos consejos a aquellos que en su personal intimidad docente quieren hacerlo.

Estudia tus opciones

Una vez que tomes la decisión de salir del «aulario» lo primero que debes hacer es valorar tus propias opciones y tus propias limitaciones. La posibilidad de ofrecer apoyo educativo dentro del aula ordinaria exige una gran cantidad de estrategias didácticas y un despliegue de recursos docentes que tienes que tener presente. Por ello, salir del «aulario» debe ser una decisión pautada, planificada, y ensayada. No es un cambio que se produzca de la noche a la mañana, ni por tu parte, ni por parte de los compañeros del centro que vienen sufriendo durante décadas del virus de la falsa «libertad de cátedra».
Te enumero los principales aspectos que debes tener presente cuando tomes la decisión:
Asegúrate de que el Equipo Directivo conoce y respeta este modelo de participación del alumnado con NEAE en las aulas. No vamos a esperar a que lo promuevan o que lo inicien, pero sí está en nuestra mano proponerles nuestra idea de cambio. Necesitamos un mínimo apoyo desde la dirección para que nuestro cambio inclusivo progrese. Cuando existen políticas del centro que manifiesten un acercamiento a la inclusión, los compañeros las aceptan de mejor grado. Y si además se recoge en Claustro y Consejo Escolar mucho más abierto el camino.
Considera al Orientador/a de referencia como un apoyo que te asesore en tu propuesta. Pídele consejo, asesoramiento, modelos de aprendizaje, buenas prácticas de referencia… Pero sobre todo pide que medie en todo el proceso que vas a emprender. Él es el responsable máximo de atención a la diversidad en tu centro y tiene la obligación de abrirte el camino ante tus compañeros. Desde aquí debemos solicitar a este orientador u orientadora que nos apoye de cara a la participación del Equipo Docente en la presencia, participación y progreso de nuestros alumnos en las dinámicas de las aulas ordinarias.
Elige a un alumno con el que creas que el proceso de participación en el aula no será demasiado difícil. Comienza la experiencia con alumnos que tengan dificultades específicas en el aprendizaje, con Adaptaciones no Significativas que te permitan un primer acercamiento a la docencia compartida. Vive y disfruta esta experiencia, valora los pros y los contras que encuentres. Propón cambios durante el proceso. Aprende desde una experiencia con pocas complicaciones. Ya las iremos complicando conforme suba el índice de inclusión en el centro.
– Aunque el alumno debe ser el centro de la acción educativa, además de realizar una adecuada elección del alumno, es muy importante elegir correctamente al profesor con el realizarás tu primera experiencia de docencia compartida. Como todo en la vida, tu primera experiencia puede marcar el destino del proyecto. Elige una persona con la que tengas empatía, que consideres que tenga predisposición a colaborar y sensibilidad y comprensión hacia la participación de todos. Esto te ayudará a debatir, comprender y ajustar toda tu experiencia para extrapolarla a otras situaciones con docentes menos «sensibles».
Debes llegar a un consenso importante con el docente titular en cuanto al papel que jugaréis ambos dentro del aula, los métodos que llevaréis a cabo en el aula para que el ACNEAE participe, las formas de presentar las actividades a los diferentes alumnos, las ayudas que tendrá el titular cuando el maestro de Pedagogía Inclusiva no esté en el aula… Para ello te recuerdo una entrada de este post donde aclaraba las diferentes formas de afrontar la Docencia Compartida, en una escalera de mayor a menor grado de inclusión de los alumnos. La coordinación debe ser el sello de vuestra relación.
Comienza con una incorporación prudente al aula ordinaria, un tiempo que os permita a ti, al docente titular, al grupo clase y a tu alumno elegido asimilar los cambios. Establece al principio una entrada al aula que no sobrepase la sesión semanal, preparando adecuadamente esta sesión y alternándola con los apoyos previos y posteriores que le ofrecerás a tu alumno en el Aula de Apoyo a la Inclusión. No olvides que esos apoyos deben girar en torno a la participación de tu alumno en la UDI del grupo clase. Cuando los resultados arrojen avances para todos, ve ampliando el horario de atención en el aula.
Decide en qué área o áreas se dará este proceso inclusivo. Elige siempre un área en la que te sientas cómodo prestando tu apoyo, tanto a tu alumno como al resto del grupo clase. Sobre todo en los casos en los que vuestro trabajo se desarrolle en Secundaria, ya que existen áreas muy técnicas y específicas que escapan a nuestro conocimiento. Si el área es conocida por ti te aportará seguridad a la hora de plantear estrategias para la eliminación de barreras, modificación de la propuesta curricular y asunción de roles de guía de la sesión cuando hiciera falta.
Elige la UDI en la que realizarás tu primer apoyo dentro del grupo. Estudia con antelación la UDI, debate con su profesor su proceso de implementación en el aula. Conoce bien la tarea, el producto final, las fases por las que pasará, las secuencia de actividades y sus correspondientes ejercicios. Planifica los apoyos que necesitará el alumno para trabajarla con el mayor índice de participación y progreso. Estos apoyos, en principio, serán simultáneos: en aula ordinaria y en aula de Pedagogía Inclusiva como hemos comentado. Recuerda que estamos en un proceso gradual de cambio. Aunque nuestra propuesta sea de escaso apoyo en el aula ordinaria, estamos dando pasos hacia adelante.

– Es importante que en esta primera experiencia inclusiva recojas evidencias de los progresos de tu alumno con NEAE, pero también de la evolución del grupo y del grado de satisfacción de los docentes implicados. Esto te ayudará a abrir puertas en el futuro y marcar líneas directrices en el centro que propicien el cambio de mentalidades hacia culturas más inclusivas. Sírvete de diarios de campo, registros de observación, rúbricas que valoren los diferentes niveles de desempeño de todos los alumnos; y sobre todos rúbricas que valoren el grado de participación de los ACNEAE en las tareas.

El mejor indicador para valorar el éxito de tu experiencia inclusiva es «la felicidad del alumno». 
Siempre ten ese criterio por delante de los demás.
Si este criterio se ha cumplido por encima de los demás, pero además se han alcanzado las Tres Pes (Presencia, Participación y Progreso) de tus alumnos, elabora, con ayuda del Equipo de Orientación de tu centro una propuesta de revisión del Plan de Atención a la Diversidad en la que se proponga la inclusión educativa como una medida educativa que debe recogerse en todas las políticas inclusivas del centro.