Un término indispensable para propiciar la inclusión en el aula para todos los alumnos es el propuesto por Ainscow y Booth (2000) como «Barreras a la Participación«.

En un post anterior hablaba de la necesidad de desaprender el término NEE y hacer un giro hacia éste, más acertado, de Barreras a la Participación por el cambio conceptual que implica, poniendo al centro y sus propuestas didácticas como principal foco de cambio, y no al alumno de forma exclusiva.

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La importancia del diseño de la secuencia curricular

En la propuesta didáctica que se realiza sería importante tener clara una primera aproximación al tipo de barreras que podemos proponer en las aulas a determinados alumnos cuando diseñamos una secuencia de actividades que no se ajuste a todos. Ese momento en el que el Equipo Docente se sienta a decidir qué y cómo trabajará con sus alumnos es el momento clave para la inclusión. Las barreras a la participación surgen en el diseño de cada una de las formas de presentación de las actividades, de cada una de las formas de expresión que le vamos a solicitar a los diferentes alumnos, y de cada una de las formas de motivación a la tarea que propongamos. Es lo que se ha venido a denominar Diseño Universal de Aprendizaje (UDL). 
Por tanto, sería conveniente que el docente tuviese claro en ese momento qué barreras puede representar la forma en la que pretende proponer cada una de las actividades. Y eso implica necesariamente disponer de dos fuentes de información indispensables:

1º Conocer las necesidades educativas de todos y cada uno de sus alumnos y sus formas singulares de aprender.

2º Ser conscientes del obstáculo que cada una de estas formas de aprender puede encontrar en el modelo de actividad seleccionado para el aula. 
Y este obstáculo puede ser de diversa índole, atendiendo al tipo de barreras que puede presentar la estructura de la actividad.
Uniendo estas dos informaciones (Estilos de Aprendizaje y Barreras a la Participación) estamos en situación de proponer una secuencia didáctica universal, al menos universal en tu aula, y asegurarnos así la participación de todos. Pero, ¿cómo adecuamos ese diseño para que fomente la participación de todos?

Ajustes en el aula para la participación de todos

El siguiente paso que debe dar el docente es proponer alternativas a la presentación de la información, diseñar modelos que fomenten la expresión y la participación de todos los alumnos y de sus diferentes estilos de aprendizaje. Como esto es algo complejo dado que ningún estilo de aprendizaje es igual que otro, lo que proponemos no es centrarnos en cómo hacer que participen los alumnos con una u otra discapacidad o dificultad en el aprendizaje, sino en establecer algunas directrices generales que ayuden a la eliminación de la mayor parte de las barreras que se den en las actividades. 
Para las barreras comunicativas
Si estamos de acuerdo en que optar por una única vía de comunicación entre los alumnos y la información supone una barrera para que determinados alumnos puedan participar de la dinámica del aula; las estrategias inclusivas a llevar en este caso para que esto no ocurra pasarían por ofrecer diferentes sistemas de comunicación en el aula, que no solo se apoyen en la ruta auditiva con el uso del lenguaje oral. Si el intercambio comunicativo se prevé ofreciendo otros canales comunicativos como el visual, el táctil, el pictográfico, el signado, el gestual, el alumnado que tenga problemas para usar el lenguaje oral podrá acceder a la información a través de estos modelos.

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Esto implica una preparación previa del material a presentar al alumnado. Por ello resulta relevante que conozcamos los estilos comunicativos de nuestro alumnado.
Pero no solo eliminamos barreras a la comunicación presentando la información de esta forma, sino permitiendo que el alumno la presente también usando estos soportes y puedan expresarse sobre todo aquello de lo que aprendieron. Por ello, cuando diseñes actividades en las que los alumnos tengan que exponer oralmente sus trabajos, prevé que lo puedan hacer desde múltiples formas comunicativas. 


Para las barreras físicas
Quizás esta es una de las barreras que menos nos cuesta identificar, y sin embargo es una de las más frecuentes en nuestras propuestas. Las barreras físicas no solo las encontramos en los escalones, cuando proponemos actividades con un fuerte contenido psicomotor, sin ningún tipo de alternativa para participar en la actividad, estamos poniendo barreras físicas. Si planteamos un ejercicio donde la grafomotricidad es indispensable (dibujo, escritura…), estamos poniendo barreras. Si yo diseño una actividad o ejercicio en el que ofrezco alternativas en su ejecución (grabación de audios, elección de ilustraciones, escritura al dictado...) estoy derribando barreras físicas. Si yo propongo múltiples formas de presentación de actividades en las que no estoy evaluando la capacidad motriz del alumno sino la adquisición de una determinada competencia, y le brindo diferentes formas de expresarse y de poder valorar su aprendizaje, estoy eliminando barreras a la participación.
Para las barreras sensoriales 
Parece, y lo digo por experiencia propia en mi trabajo, que las barreras sensoriales son aquellas con las que más sensibilizados estamos todos los docentes. Tener un alumno ciego o sordo en el aula supone un punto de empatía mayor que en otras discapacidades. Con pocas orientaciones los docentes se dan cuenta de que no pueden proponer solo ejercicios visuales, sino que deben aportar ayudas lingüísticas o táctiles, ofrecer relieves con texturas, información verbal adicional, audiodescripciones, omitir aquí o allí,… Toda una serie de estrategias inclusivas que derriban casi de inmediato las barreras sensoriales a este alumnado.

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Sin embargo existen otras barreras menos perceptibles, menos visibles, menos empáticas… las barreras que suponen los entornos hipersensoriales para los alumnos con disfunción de integración sensorial. Estos alumnos tienen un estilo de aprendizaje que les exige, como a cualquier otra persona del planeta, no tener ningún dolor físico para que puedan centrar su atención en lo que ocurre en el aula. Si en nuestras propuestas didácticas no tenemos en cuenta la eliminación de ruidos fuertes o externos, la excesiva o escasa luz, determinados elementos táctiles o kinestésicos, estamos ofreciendo una barrera insalvable a alumnos con problemas de sobre-estimulación ambiental. Mientras su cuerpo siga estando expuesto no podrá participar en lo que suceda en el aula, ni acceder a ninguna información. Es una adaptación curricular de acceso en toda regla.


Para las Barreras Estructurales
Las anteriores barreras enlazan directamente con otro tipo de barreras que son las estructurales del aula, las que proponen situaciones de aprendizaje en un entorno poco ordenado, sin rutinas de trabajo estable, sin anticipación de lo que va a suceder en cada momento, sin organización del trabajo…

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Estas son unas grandes barreras para aquellos alumnos que presentan estilos de aprendizajes que requieren una gran estructuración del entorno, con apoyos visuales que le orienten sobre lo que hay que hacer; apoyos espaciales, con distribución de espacios del aula que le ayuden a conocer dónde hay que hacerlo; y con estructuras rutinarias que le aporten seguridad para saber cuándo hay que hacerlo. Si la actividad además la proporcionamos con un sistema de trabajo predecible y anticipable, ayudamos al alumno a sortear estas barreras estructurales y centrar su atención en los aprendizajes reales propuestos.
Por ello, cada actividad propuesta debe ceñirse a esta estructuración y al diseñarla debemos prever en qué zona del aula, o en qué lugar de la libreta se va a desarrollar; cuánto tiempo le vamos a dedicar; por dónde comenzar la actividad; cuándo termina; para qué sirve…

Para las barreras cognitivas
La mayor parte de las actividades y ejercicios que proponemos en el aula tiene un fuerte componente cognitivo para poder ser resueltas. Los procesos mentales se activan y se ponen a trabajar todas las Funciones Ejecutivas necesarias para abordar la tarea con éxito. Sin embargo existen una serie de alumnos que poseen estilos de aprendizaje en los que determinadas funciones ejecutivas no se activan de forma autónoma o tienen muchos problemas para hacerlo. En estas situaciones, si demandamos tareas a los alumnos sin anticipar las barreras cognitivas estamos dejándolos fuera de la participación y de su propio progreso.

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Para evitar estos obstáculos me puedo servir de varias estrategias inclusivas que actúen como mediadores entre el alumno y la tarea para activar ese proceso mental requerido. En este caso, para el diseño de actividades iniciales y de motivación planteamos el uso de Mapas Mentales de la tarea, que sitúen al alumno; para la resolución de cada una de las actividades o ejercicios, podemos usar las Auto-Instrucciones, ayudando a re-dirigir la acción del discente; en las propuestas de creación, reflexión, búsquedas o autoevaluación, un modo de sortear barreras cognitivas es ofreciendo Organizadores Gráficos que ayuden al alumno a planificar y organizar toda la información que está tratando; para entrenar habilidades mentales requeridas en las actividades del aula, podemos usar las Rutinas de Pensamiento.
Y lo mejor de todas estas ayudas para sortear obstáculos es que pueden y deben ser usadas por todos los alumnos ya que potencian las Funciones Ejecutivas del grupo clase.

Pero no solo en la forma de presentar actividades están presentes los obstáculos cognitivos, también en la forma de expresarlo o de motivar a los alumnos para estas tareas. Por ello, os dejo una propuesta de expresión en el aula para derribar barreras cognitivas: el Visual Thinking

Otra forma de evitar los obstáculos cognitivos pasaría por la asimilación de que el conocimiento lo adquirimos por diferentes vías y por ello debemos presentarlo por el mayor número de vías posible. Estoy hablando de las Inteligencias Múltiples

Fuente: Aula Planeta

Para las Barreras Curriculares
Este es uno de los problemas más graves de nuestro sistema educativo. Hemos crecido con único modelo de escuela que proponía un currículo homogéneo y férreo al que todos debían llegar a la vez y con la misma edad. La palabra «nivel» adquiere así su peor expresión al convertirse en sinónimo de exclusión: si tienes nivel curricular participas, si no tienes nivel curricular no puedes llegar a hacer esto; sea usado para el bajo nivel, sea usado para el alto nivel (altas capacidades). Esta es la barrera más importante que se propone sistemáticamente en los centros y contra la que es más difícil luchar. Es una barrera invisible ya que exige abrir los ojos del docente a nuevas posibilidades de diseño curricular, un diseño curricular en el que todos los alumnos tengan cabida. Esto lo podemos conseguir con el Diseño Multinivel, del que ya he escrito en este blog.
Si al diseñar las actividades proponemos diferentes niveles de complejidad para su resolución, abriremos las puertas a todos los alumnos. Este diseño multinivel debe ir acompañado, para ser más efectivo, de estrategias adicionales como el Aprendizaje Cooperativo y la Docencia Compartida.

Y hablando de compartir… 

¿Y si todo este trabajo lo hiciese el Equipo Docente de forma colaborativa? 
¿Y si además del Equipo Docente, los Departamentos y los Equipos de Ciclo aportaran sus propuestas de eliminación de barreras a las mismas UDIs de las aulas? 
¿Y si entre todos diseñaran auténticas UDIs con múltiples formas de presentación, expresión y motivación y éstas estuviesen a disposición de todo el claustro? 
¿Y si compartimos en redes sociales nuestro trabajo?