Durante los últimos días estamos asistiendo a una campaña lanzada por Belén Jurado (@Deautismo) llamada «Que no nos engañen», que bajo el hashtag #5poraulaTGD, denuncia que en la Comunidad de Madrid se ha aumentado con creces la ratio de alumnos con TEA en las aulas específicas que se considera aceptable para proporcionar una educación de calidad a los mismos.
Pero quizás os preguntéis por qué es tan importante que este tipo de alumnado no supere esta cantidad de cinco alumnos por aula.
La mayoría de las aulas especializadas en autismo siguen una metodología que se desarrolla bajo tres aspectos esenciales para que estos niños puedan interpretar y anticipar lo que se espera de ellos.
Apoyos visuales (uso de agendas). El punto fuerte del alumnado con TEA es la organización visoespacial. Por ello este tipo de aulas sigue un modelo informativo en el que todas las actividades que se van a realizar en el día son presentadas de forma visual para que puedan ser interpretadas y anticipadas por el alumnado con TEA.
– Estructuración del tiempo (uso de rutinas). Este aspecto resulta crucial para poder destinar los tiempos que cada alumno va a dedicar a trabajar de forma guiada, individual, en grupo o integrado en su grupo clase de referencia. Las rutinas dan estabilidad y tranquilidad al alumnado con TEA, establecen el modelo de trabajo a seguir y permite la atención de todos los alumnos del aula.
– Estructuración del espacio (uso de rincones). Para ayudar a este alumnado a organizar mentalmente su aula se le dota de un sistema de rincones donde, de antemano, sabe lo que se espera de él en cada rincón. El sistema de rincones es rotativo y es una de las claves del éxito de la intervención con este tipo de alumnado ya que permite distribuir el tiempo de trabajo de los cinco alumnos. Mientras un alumno está trabajando en el rincón de trabajo individual (con tareas ya controladas), otro alumno está trabajando en el rincón del ordenador y otro alumno trabaja preparando el desayuno en el rincón de la cocina. Esto permite al docente  tener un rato de trabajo individualizado con un alumno concreto para introducir nuevos aprendizajes. De no existir esta forma de trabajo, el docente no tendría tiempo exclusivo de dedicación a un alumno, y su trabajo se limitaría a que la sesión transcurriese sin incidentes. 

Os dejo un ejemplo de cómo funciona este modelo de trabajo.

El alumnado con TEA es un alumnado al que le cuesta seguir un modelo de trabajo anárquico, masificado y sin una anticipación clara y atención individualizada. Este modelo permite al docente una cierta flexibilidad para ofrecer una adecuada respuesta educativa a cada alumno de forma individualizada. Pero para ello debe disponer de tiempos cortos en los que se pueda centrar en un único alumno. El modelo de rincones y rutinas ofrece esta posibilidad cuando en el aula existen pocos alumnos. De esta forma puede organizar el tiempo del aula distribuyendo a los alumnos por rincones.
Siguiendo el ejemplo anterior. 
Para ofrecer una respuesta de calidad e individualizada a Daniel en el rincón de aprender (trabajo individualizado), se requiere que en ese mismo momento Vanesa esté integrada en el aula de referencia durante la hora de Educación Física. Eso nos deja el aula con cuatro alumnos.
Mientras Daniel está trabajando con su maestra y Vanesa está en Educación Física, Pedro estará trabajando de forma autónoma (sin cuidado) en el trabajo en mesa, realizando tareas que ya domina; y Leticia estará en su momento con el ordenador. Nos falta aún Javier, el cuál estará en su momento de ocio junto a la monitora de educación especial. 
Todo este trabajo se realiza en pocos minutos dada la fatiga de los alumnos con TEA y la baja tolerancia a la frustración que tienen.
Imaginad por un momento un aula similar a ésta con ocho alumnos (como denuncian algunos centros de la Comunidad de Madrid). Sería materialmente imposible que el docente pudiese establecer estas rutinas en cada rincón. Sólo dispone de un tiempo establecido para atender a un alumno de forma individualizada. A esto añadimos los problemas de conducta que se originan cuando los alumnos con TEA terminan sus tareas y no saben cómo tienen que continuarlas. 

Generalmente los maestros de aulas ordinarias son reacios a acoger en determinados períodos del horario lectivo a alumnos del aula de TEA.
La monitora de educación especial, si la hay, podría dedicarse a uno, la maestra a otro, y los otros cinco….

Creo que para tomar decisiones de este tipo es necesario entender por qué las aulas de alumnos con TEA no pueden ni deben admitir a más de cinco alumnos.
He intendado dejar claro el funcionamiento de este tipo de aulas para que las personas que toman las decisiones desde su sillón las tomen entendiendo la dificultad que genera su atención.
Aunque  sé que no, espero que sirva de algún tipo de ayuda.