Durante las últimas semanas han llegado hasta mi sendos casos en los que se repetía una expresión «No lo queremos en nuestra aula» haciendo alusión a alumnos con NEE que alteran el «normal» desarrollo de las clases.

la imagen muestra un alumno señalado por tres manos

Y aunque presentan este aspecto en común, tienen matices diferentes: en algunos de los casos eran las familias de los demás niños del aula los que hacían estas peticiones; pero en otras ocasiones eran los propios docentes los que manifiestamente solicitan a sus superiores que este alumnado deje de asistir a sus aulas para que no se produzca una «disrupción» en la clase.
No deja de sorprenderme que en otras situaciones precedentes análogas hayan salido victoriosos los padres y/o profesores ante estas demandas. Recordamos casos como los acontecidos hace ahora un año en la Cala del Moral y tantos y tantos otros donde la sinrazón se disfraza de cordura y donde los cuerdos se vuelven locos. 
En estos casos creo que debería reinar la cordura y sobre todo algo de lo que últimamente andamos escasos, la empatía.

Aunque no ejerzo de consultor profesional de conflictos educativos ni está en mi pensamiento el serlo ni pretenderlo, bastantes personas me consultan muchas cosas con frecuencia. Veamos algunas de ellas:

Caso1

La mamá de un niño, el cual ha sido agredido por otro niño con problemas de conducta, se ha dirigido a mi sin saber qué hacer. Las demás madres dirigen una carta al director porque ya no consienten que se dé más esta situación (hablamos de niños de 4 años). Ella debe ser la denunciante y su hijo ha sido el agredido pero está en una gran disyuntiva: no quiere que su hijo sea agredido pero también se pone en el lugar del niño y de su madre. Si lo pensamos es una gran duda. ¿Qué decisión tomar?

Caso 2

Y ahora pongámonos en la situación de la mamá de una chica, con TEA, cuyas conductas distorsionan el ritmo de clase y sus interrupciones y agresiones van molestando a los demás alumnos del aula. Me comenta que le comunican desde el centro que, debido a las presiones de otros padres y de los propios profesores, la niña debe dejar de asistir al aula ordinaria a la que acude ciertas horas a la semana para «integrarse» con su grupo de referencia. Esta mamá conoce mejor que nadie a su hija, sabe que esto puede ocurrir pero no quiere que su hija deje de relacionarse en entornos naturales de aprendizaje que serán los que se encuentre en su vida real. Otra difícil decisión de esta madre: entender estas presiones o luchar por la inclusión de su hija.

la imagen muestra el busto de una persona y varias personas rodéandolo

Caso 3

El tercer caso que se me ha planteado en los últimos días hace referencia a las recomendaciones que se le ofrecen a la familia de otro alumno con TEA para que éste abandone su situación de escolarización en modalidad B (en Andalucía Aula Ordinaria con Apoyos en Períodos Variables) ya que no se está ofreciendo un auténtico apoyo inclusivo, sino modalidad C (aula específica encubierta). Otra difícil dicotomía: me lo llevo a un centro con aula de Educación Especial o lo mantengo en este centro aunque no se le ofrezca un apoyo inclusivo cien por cien.

Los errores más frecuentes que se cometen en las decisiones de escolarización del ACNEE

Desde luego, y hablando de empatía, al ponerme en su lugar no puedo tener una visión clara de qué debe hacer cada madre/padre desde su postura como madre/padre. No son educadores, no se les permite ni están llamados a tomar las decisiones importantes de sus hijos, no son orientadores… ¿Qué se puede hacer?

Los tres casos planteados llegan a sus interesados con importantes defectos de forma:

1. En los tres casos se da por supuesto que el aula ordinaria lo es de los alumnos sin NEE, ya que se plantea que es el niño con discapacidad o problemas de conducta el que molesta a los alumnos, y de esta forma es excluido de la condición de «perteneciente» a ese grupo de niños. Como si el aula solo lo fuera del resto de niños y no del ACNEE que presenta discapacidad. Es muy frecuente oír a los profesores o padres decir que el niño con NEE distorsiona, molesta, pega, agrede o increpa a «los niños del aula». Como si el ACNEE no fuera un alumno más dentro del aula. Como si el aula solo fuese de los niños «normotípicos». En este caso y siguiendo palabras de Nacho Calderón Almendros, se está desposeyendo al alumno con NEE de su condición de alumno, de su condición de niño.
El niño con discapacidad es alumno de su aula, señora maestra; y también es compañero de su hijo, señora mamá, en tanto en cuanto tiene la condición de niño, de alumno y de persona, y además le ampara la normativa de la ONU, los Derechos del Niño y la propia LOE y LOMCE, incluso la propia Constitución Española. Luego plantear estas cuestiones no debería ser un procedimiento válido. Quizás la cuestión es plantearnos si el aula se ajusta a modelos que soporten y trabajen este tipo de conductas en niveles de prevención primaria, secundaria y terciaria. Es muy probable, por no decir seguro, que no se ajustan.

2. En los tres casos se da por sentado que los problemas vienen con el niño y, por tanto, si el niño se va, se van los problemas. El centro educativo, las mamás y papás de los niños normotípicos, deben darse cuenta de que el problema lo tienen en su  propia esencia y filosofía de atención a la diversidad, ya que no ofrecen mecanismos alternativos para que todos los alumnos, tengan el problema que tengan, puedan ser atendidos dentro de sus instalaciones incorporando los cambios que sean pertinentes. Este niño con NEE en concreto puede ser expulsado a otro centro, aislado en un aula específica sin riesgo de contagio para los demás niños, pero deben entender que la empatía y la ayuda mutua es una condición que nos diferencia de otras especies, pero que también la discapacidad es una condición inherente al ser humano, y por tanto cuando este niño se vaya vendrá otro niño con problemas de conducta, y luego otro… ¿Nos vamos a quedar sentados y con los brazos cruzados pensando que la mejor solución es echarlos o apartarlos?
Quizás convenga recordar aquí este magnífico corto de Mayte Calavia llamado «Por Cuatro Esquinitas de Nada» para entender mejor lo que pretendo transmitir.

3. En los tres casos también hay una hipótesis aceptada que no debió serlo sin sopesar otras posibilidades: la modalidad de Aula de Educación Especial es la única alternativa viable para que los alumnos normotípicos y sus profesores estén tranquilos. Bueno, en ocasiones se apela a que en estas aulas estarán mejor los ACNEAE. Incluso yo mismo publiqué un post no hace mucho llamado «Fue el PT quien me dijo que me lo llevara a un centro especial«. Sin embargo, que en los centros educativos no se desarrollen prácticas inclusivas reales no significa que consideremos esta modalidad de escolarización como la única alternativa al ACNEE con problemas de conducta o habilidades sociales en las aulas. La normativa educativa que tenemos actualmente en vigor indica que la modalidad de escolarización del ACNEE se realizará siempre en el mayor régimen de inclusión que se pueda y que sólo se realizará en aulas o centros de Educación Especial cuando sus condiciones especiales impidan una correcta atención en las aulas ordinarias. Sin embargo esto se ha redefinido y tergiversado a conveniencia aplicando una regla que supongo quedaría algo así: 
Los ACNEE se escolarizarán en Aulas y Centros de Educación Especial y sólo cuando sus especiales condiciones de discapacidad se acerquen a los patrones normales de comportamiento, podrán ser escolarizados en aulas ordinarias

Y digo a conveniencia porque la normativa apela a que en los centros educativos se realicen políticas y prácticas educativas que propicien la equidad y la inclusión en las aulas. Sin embargo esto se está incumpliendo sistemáticamente e impunemente.

4. La orientación que se ofrece a los centros educativos por parte de los Equipos de Orientación Especializados suelen girar, en la mayoría de casos, en torno a modelos exclusivos. Estos equipos tienen una muy buena formación en aspectos relativos a la atención a los ACNEE en aulas específicas (abiertas, enclave… ), sobre todo Aulas TGD, pero en raras ocasiones proponen orientaciones basadas en la atención inclusiva en el aula ordinaria. Es más, son muchas las ocasiones en las que estos mismos equipos asesoran recomendando la escolarización en aulas específicas.
Se debe insistir en que desde los propios Equipos Especializados se den este tipo de orientaciones buscando modelos abiertos participativos e inclusivos del alumnado con NEE. La falta de conocimientos que presenta el profesorado de las aulas ordinarias sobre medidas inclusivas debe ser paliado de un lado por la Formación Permanente del Profesorado, pero de otro, y no menos importante, desde el asesoramiento de estos Equipos Especializados. 
Si ustedes creen que el alumno con TEA de los casos anteriormente citados serán mejor atendidos en aulas específicas porque en sus actuales centros no se les ofrece una atención educativa que responda a un modelo inclusivo real, proponga, asesore, sugiera o recomiende actuaciones a los centros y a los profesores para poder poner en práctica esos modelos inclusivos. Díganle a los centros cómo deben hacerlo en lugar de asesorar por la vía de la exclusión.

5. Se da por buena la excusa planteada por determinados profesores cuando argumentan que no saben y no pueden atender al alumnado con NEE y problemas de conducta en su aula junto con «otros 25». Esto nunca debería darse por bueno. Mire usted, la normativa dice que el alumnado con NEAE está en el derecho de recibir métodos que favorezcan la inclusión y la atención a la diversidad (Real Decreto 126/14 por el que se establece el currículo básico de la Educación Primaria).

La normativa dice que esto se debe hacer en los centros docentes y que cada docente debe aplicar estos métodos para conseguir que el alumnado con NEAE acceda a una educación educativa de calidad en igualdad de condiciones. Luego entonces este profesorado no puede alegar que no sabe aplicar estos métodos. Nadie cuestiona la normativa interna de los centros que dice que usted tiene que estar de 9-14 en el centro. Eso se hace sin chistar. Sin embargo cuando se apelan a modelos metodológicos que apoyen la diversidad cualquier excusa en válida. Estamos incumpliendo la ley ya que no fomentamos en los centros estos modelos inclusivos, ni se seguirá haciendo mientras la alternativa fácil sea la modalidad de escolarización en aulas exclusivas, perdón, específicas. Sin lugar a dudas así no se promueve el acceso a la educación en igualdad de oportunidades.
Si el profesor no sabe que aprenda, que busque métodos, que desarrolle proyectos de investigación sobre inclusión en el aula, que demande formación, recursos, lo que sea. Pero no debe darse por válido el no sé atenderlo.