Durante la pasada semana hemos tenido conocimiento de la publicación del Borrador del Libro Blanco del Docente. 
En este borrador se trata de regular la profesión docente en un amplio número de factores, entre ellos el de la formación docente. Entre los apartados que recoge, se incluyen la formación inicial y el sistema de selección del profesorado.
Cada vez que algún gobierno de turno tiene la buena idea de cambiar el sistema de acceso a la función pública docente (en la mayoría de los casos sin éxito), miles de opositores sufren un vuelco en sus vidas y una incertidumbre sobre su futuro laboral que ninguna persona que no esté en esta situación puede entender.

¿Cómo sería el nuevo sistema de Acceso a la Función Pública Docente?

Según el borrador de Marina, la formación docente es uno de los principales retos que debe plantearse el Sistema Educativo Español. La formación de los docentes en España se ha quedado algo obsoleta y necesita una revisión profunda -en lo que estoy totalmente de acuerdo-. 
Para revitalizar la «profesión docente», Marina propone un nuevo modelo de formación y acceso del profesorado de una duración total de siete años. A este proceso lo denomina DEP (descanse en paz podría leerse) y corresponden a la denominación Docente En Prácticas. Este período DEP consta de las siguientes fases:
a) Estudios de grado (grado de Educación Infantil y
de Educación Primaria, y grado de cualquiera de las especialidades académicas,
para el DEP de Educación Secundaria)
.
A mi juicio uno de los puntos débiles de este borrador. La formación inicial impartida en las facultades de magisterio y en las de las especialidades de Educación Secundaria, son el principal problema de la calidad docente de nuestros días. Se trata de universitarios que terminan el Grado y que tienen un desconocimiento bastante amplio de la situación real de la función docente en las aulas. Tal vez este libro blanco no ha querido meterse en «camisa de once varas» reformando el sistema de formación universitaria del docente, pero éste debería ser el punto de partida de cualquier renovación de la formación docente.
b) Examen de acceso al DEP, que será una prueba
diseñada para comprobar el nivel de conocimientos y competencias necesarias
para la docencia, universal, nacional, con numerus clausus adaptado a las
necesidades del sistema educativo. El DEP es un método caro y sólo debe
aplicarse a alumnos que hayan demostrado su aptitud y que vayan a tener la
posibilidad de encontrar colocación
. 
Traducido al mundo real se trataría de una especie de selectividad para docentes. Al finalizar los estudios universitarios, aquellos docentes que aspiren a trabajar en las aulas (entiéndase esta medida sobre todo para titulaciones de especialidades de secundaria, suponemos el carácter vocacional de los maestros de infantil y primaria, aunque en muchos casos puede ser mucho suponer) deberán realizar un examen selectivo donde expondrán sus conocimientos adquiridos durante la titulación y las competencias necesarias para ejercer la docencia. Se trata de una prueba que pretende escoger a aquellos titulados con mayor proyección de futuro para el ejercicio de la docencia. Esta prueba de acceso podría dejar algo que desear en tanto que un examen (oral o escrito, no se especifica) valorará cuatro años de preparación universitaria. Tampoco se especifica si el expediente académico universitario contará en la valoración final. 
Esto podría entenderse como una «primera oposición al ejercicio docente«, ya que como se indica en la tercera fase, el acceso al Centro Superior de Formación del Profesorado -máster- estará en función de la nota obtenida en este examen.
c) En la prueba de acceso, cada aspirante obtendría
una nota global de la prueba que le permitiría acceder al Centro Superior de
Formación del Profesorado.
 Debe encargarse de transmitir la esencia de la
profesión docente, sus competencias básicas, y, al mismo tiempo, la adaptación
de esas competencias básicas a los diferentes niveles y especialidades. Es el
instrumento para dar coherencia a todo el proceso educativo, que en este
momento está excesivamente parcelado
.
Este sería el máster propiamente dicho. Aquellos que logren pasar la prueba selectiva (primera oposición) podrán acceder a un año de formación en estos centros de excelencia. Aunque se habla de becas para el 25% de la mejores notas, no aclara el coste que supondría al futuro docente la preparación en estos Centros Superiores. No obstante, podría ser una buena medida para realzar y potenciar la función docente acorde con las nuevas corrientes pedagógicas. La pregunta es ¿por qué no asume esta responsabilidad la Universidad en el período inicial de formación?
d) Una vez aprobado el máster, los alumnos pasarían
a formarse en Centros docentes acreditados,
bajo la supervisión directa y
continua de un tutor, adecuadamente seleccionado, durante dos años. Los alumnos
tendrían la condición de Docentes En Prácticas (DEP) y percibirían por su
trabajo una retribución adecuada. Su trabajo sería objeto de seguimiento y de
evaluación.
En esta ocasión se propone un período de prácticas que vendría a suprimir el actual modelo de Funcionario en Prácticas y que se desarrollaría antes de aprobar las oposiciones y lograr la plaza definitiva. Es esto lo que se denomina como «MIR educativo» y que propone que la formación de prácticas docentes tengan lugar en centros reales donde poder adquirir todas las competencias profesionales. En este caso es una medida que no me parece inadecuada, pero que una vez más me remite a replantearnos las prácticas que actualmente se realizan en las facultades de magisterio. En este caso tales prácticas no tendrían una validez real y dejarían de ser efectivas en la universidad. De nuevo el modelo falla en su origen: la formación inicial del docente.
e) Una vez aprobado el DEP se estará habilitado
para ejercer la docencia en el sistema público (mediante las pruebas de acceso
que las Administraciones públicas determinen)
, en la enseñanza concertada o en
la privada. Todos los docentes de la enseñanza reglada tendrán que poseer la
titulación DEP. 
Es decir, al final de todo el proceso el profesorado que ha realizado una formación inicial durante siete años, se enfrenta a unas oposiciones para acceder a un puesto de maestro o profesor en la administración educativa de su Autonomía.
La titulación DEP, de siete años de duración, se convierte así en un título (no estoy aquí por valorar su adecuación o no) que legitima para presentarse a unas oposiciones a la Función Pública Docente. Se trata de una extrapolación del antiguo CAP (certificado de aptitud pedagógica) pero extendido en tiempo – siete años-, en calidad y en agentes -maestros y profesores-.

Análisis y valoración de la nueva propuesta

A grandes rasgos la propuesta de Marina para el nuevo acceso a la función pública docente se torna muy ambiciosa y llena de ilusión. No obstante esta ilusión no será nunca auténtica si no cuenta con la totalidad de la comunidad educativa para su formulación. 
Aitor Lazpita (@alazpita) recoge en su blog Gramática Parda una entrada en la que nos insta a reflexionar sobre el papel que deben jugar los maestros y profesores dentro del establecimiento de las reglas del juego docente. Ninguna reforma tendrá acogida si no está consensuada y construida por sus jugadores. 
Y aunque el propio borrador invita a la comunidad educativa a participar en sus modificaciones y aportaciones, esta comunidad está harta de ver cómo no son tomadas en cuenta sus aportaciones y valoraciones lanzadas desde una práctica real y cotidiana en las aulas. Puede que el modelo de lanzar el borrador completo y «aceptar»modificaciones no sea la forma más inteligente de involucrar al profesorado en la elaboración de su propio estatuto docente.

Un aspecto que deja abierto este libro blanco hace referencia a la situación de los miles de interinos que actualmente no tienen aún la plaza de funcionarios. ¿Qué ocurrirá con ellos? ¿Tendrán que realizar la primera prueba selectiva o su experiencia será suficiente para demostrar que pueden ser válidos para la docencia? ¿Tendrán que realizar el máster para la obtención del título DEP? Uno de sus párrafos argumenta que todos los profesores deben estar en posesión de este título. ¿Se les reconocerá su tiempo de servicio como un período de Docencia En Prácticas? Muchas dudas abiertas que se deberán analizar y concretar.

Por otra parte, la cercanía de las elecciones generales del 20 de diciembre dejan en el aire esta ambiciosa propuesta ya que, para ser llevada a la práctica, se necesitaría que el gobierno actual permaneciese en el poder durante otros cuatro años y con la mayoría suficiente para sacarla adelante. Dadas las perspectivas actuales no parece que esto vaya a ocurrir y, probablemente como pasó con anteriores proyectos de Estatuto Docente, no se lleve a la práctica, al menos de la forma literal en la que se ha redactado.
No obstante hay que reconocer a Marina que la profesión docente necesita un cambio y una adecuada formación inicial que propicie que el profesorado deje de trabajar con modelos de hace tres décadas y se acerque a la realidad de las aulas, de los alumnos, a las demandas sociales que piden un cambio metodológico en las aulas que lleven al alumno a aprender a aprender, a ser críticos, reflexivos y autónomos. Un modelo que consiguiese que este blog tenga que cambiar de nombre. 

Las perspectivas de futuro

El modelo de MIR educativo no es una idea nueva desarrollada por Marina y Carmen Pellicer. Es un modelo que viene demandándose desde hace tiempo. Ya en el borrador de acceso a la función pública docente que publicó el anterior gobierno de Rodríguez Zapatero, con Gabilondo como ministro de Educación (y por consiguiente del principal partido de la oposición al actual gobierno) planteaba un período de prácticas similar al que propone actualmente el Libro Blanco del Docente. La diferencia estribaba en que en aquella ocasión este modelo era posterior a las oposiciones, y en este caso es previo.
El futuro de la docencia pasará inevitablemente por una alta formación del docente. El sistema de oposiciones en principio seguirá vigente, con o sin DEP. 
Para aquellos opositores que no saben qué hacer con sus temas y sus programaciones se les puede tranquilizar diciendo que este modelo, si se llevara a la práctica, no podría imponerse hasta un mínimo de tres/cuatro años. Este sería el período para que el borrador se negocie, se tramite, se apruebe, se publique y se aplique. Una vez aplicado habría que esperar tres años adicionales para que la primera hornada de Docentes en Prácticas (DEPs) tuviesen su titulación para poder acceder a unas nuevas oposiciones docentes.
No obstante, esperemos a ver qué pasa el 20 de diciembre.