Termina el curso 2015/16 y con él la primera temporada de este blog. Ha sido un curso bastante activo por mi parte, sobre todo en lo que se refiere a esa lucha incansable por difundir una idea que, a día de hoy, se presenta con muchas dificultades para convertirse en una realidad: la inclusión educativa.
A lo largo de 35 entradas he tratado de presentar la inclusión desde diferentes vertientes: 

Propuestas para el cambio

Planteé una primera etapa llena de propuestas que intentaban ofrecer alternativas a los modelos integracionistas que predominan en nuestros centros y que se alejan de la idea real de participación, presencia y progreso de los alumnos con NEAE. 
Aquellas primeras propuestas se iniciaron con el post en el que proponía cambiar el término de Pedagogía Terapéutica por Pedagogía Inclusiva, (idea original de María Eugenia) incluyendo seis características que debería tener el nuevo rol docente.

También intenté ofrecer alternativas a modelos rancios y poco ajustados a la escuela que queremos, aportando propuestas alternativas para los apoyos (dentro o fuera del aula), o poner en duda el modelo de adaptaciones curriculares que ofrecemos a los alumnos (las adaptaciones curriculares a debate). Se trataba de una serie de reflexiones que cuestionaban los modelos vigentes y ofrecían algunas alternativas.

El verdadero concepto de inclusión

Sin embargo, el punto de inflexión en mi visión sobre este concepto tan trabajado este curso lo marca mi entrevista con Nacho Calderón con motivo de la elaboración de un post para mi trabajo en MesasNEE, en su sección «Entrevista con…». 
Para preparar esta entrevista tengo que revisar la biografía de Nacho y leerme su libro «Educación, hándicap e inclusión. Una lucha familiar contra una escuela excluyente«.
Llevo más de 12 años en el mundo de la inclusión, investigando, estudiando, leyendo, programando, trabajando, apoyando, formando… Pero no es hasta este momento cuando descubro el verdadero sentido de la inclusión. Esto lo reflejo en una de las entradas que menor repercusión tuvo en el blog: Mi renovada concepción de la inclusión. En este post realizo mi pasado, presente y futuro en la concepción auténtica de este concepto-.

La inclusión en lucha

A partir de este momento surge el verdadero espíritu luchador, el espíritu de la denuncia, de la indignación, de la reivindicación. Y publico el que a la postre es el post más visitado de este curso: «Fue el PT el que me dijo que lo llevara a un centro especial» que recibe la friolera de más de 12.000 visitas en 24 horas, hasta llegar a las 18.000 actuales. Esta entrada va de la mano de aquella otra en la que denuncio la facilidad con la que situamos el problema de la inclusión en el alumno en lugar de en el sistema: «No lo queremos en nuestra aula«
Estas son una serie de entradas que, sin duda, conectan más con las familias que con los docentes y que vienen a poner en sus bocas lo que tantos y tantos no sabían cómo expresarlo.
Una lucha que va llegando cada vez un poco más lejos y que, al menos eso quiero creer, va abriendo poco a poco las mentes de docentes, profesionales y familias para allanar el camino inclusivo.
Además, en esta fase abro el blog a la participación de otras personas, invitándolos a la sección LA INCLUSIÓN SEGÚN… Esta sección es una de las que más satisfacciones me da, ya que participan personas de la talla de Belén Jurado, Encarni Santana, La Rebelión del Talento, Coral Elizondo y Iratxe Garibi. Un lujo haber podido contar en mi blog con sus reflexiones y aportaciones excepcionales.

De la denuncia a la acción

Así es como titulo un post que cambia el sentido de mis publicaciones buscando ir más allá de la simple denuncia (necesaria por supuesto) pero vacía de contenido para aquellas mentes que ya se habían conseguido abrir: Cambio a la inclusión… pero dime ¿cómo?

En esta fase del curso comienzo a darme cuenta de que tenemos las redes sociales repletas de demandas, de denuncias, de propuestas al cambio, de miles de «esto no puede seguir así…», pero muy muy pocas sobre cómo generar ese cambio en el aula.
Y aquí surgen una serie de post que pretenden otorgar esa especie de ayuda para que los centros, docentes y familias se lancen a la aventura de incluir a TODOS.
Entradas como Metodologías Innovadoras e Inclusión, Descubriendo las barreras a la inclusión en el ABP, ¿Cómo enriquecer las actividades? o Ajustando métodos a niños, no niños a métodos pretenden ofrecer esta guía y que los docentes puedan ponerlas en prácticas en sus aulas. 

Reflexiones finales

La búsqueda de la inclusión educativa puede pasar por muchas fases y plantear diferentes formas de abordarla, sin embargo la única posible es la actitud por parte de todos. Cambiar mentalidades, desaprender modelos anclados en nuestro sistema de enseñanza cuesta, y cuesta mucho.
La reflexión a la que llego después de este largo año, lleno de buenas intenciones, es que en el modelo actual que tenemos no es posible la inclusión educativa, la escuela para todos, la personalización de la enseñanza.

Las trabas que ponen la cultura del esfuerzo, la evaluación normativa, la zona de confort docente, la pasividad de las administraciones, los intereses económicos, la permanencia de las clases… y tantas y tantas cosas, son demasiado importantes para que en nuestro modelo educativo se tengan en cuenta las diferencias individuales.
¿Realmente se quiere tener una escuela que ofrezca las mismas posibilidades a todos? ¿Realmente le importa a un padre de un niño «normal» que su compañero «deficiente» alcance todo su potencial? ¿o a un docente estancado la participación de todos los niños en sus métodos de aula?

He venido hablando de tres caminos complementarios y necesarios para alcanzar la plena inclusión: culturas, políticas y prácticas. Y creo que esta casa se está comenzando por el tejado: algunas pocas voces proponen prácticas inclusivas en sus aulas; muchos menos son los centros que instauran políticas de este tipo en sus centros (pioneros sin duda), pero prácticamente inexistente es el camino hacia una cultura inclusiva. Una cultura que pasa por un cambio de mentalidades, por una aceptación de la diferencia, por un respeto al ser humano como ser humano -sin condiciones ni capacidades-.

Verdaderamente la piedra angular de esta propuesta la sustenta la comunidad educativa en su conjunto. Y creo que esta comunidad viene con muchos años de un aprendizaje anclado en las mentes en el que se ha dado por buena la máxima aquella de que «no todos servimos para estudiar», sin cuestionar nada más, sin analizar las repercusiones en cada persona -en la propia persona-. Una máxima que excluye, que forma mano de obra barata, que conduce y reconduce personas y personajes al antojo de un sistema feroz que dominan aquellos que «sirven para estudiar».

Ese debe ser nuestro reto en el curso 2016-2017

@AMarquezOrdonez