El tamaño del lápiz y cuadrícula. Nuevo artículo en Graó.
Como cada trimestre, la revista Aula de Innovación, en su número 299, ha publicado mi artículo para la sección «En voz alta..», al que he llamado «La libreta de cuadrícula 5mm».
Además, en esta ocasión, la revista Diari de l’Educació se ha hecho eco del artículo y también lo ha recogido en esta publicación.
Os dejo, como siempre, la versión ampliada del artículo.
La libreta de cuadrícula de 5mm
La primera vez que entré en un centro educativo como docente, estaba muy entusiasmado. Quería formar parte de esta profesión, primero para trabajar con alumnos/as, pero segundo para programar, planificar, coordinarme…
Recuerdo, como una de mis mayores decepciones docentes, mi primera vez en la reunión de Equipo de Ciclo. Iba a asistir por fin a ese momento de coordinación pedagógica donde se tomaban decisiones importantes sobre la pedagogía, didáctica, currículo y demás que se iban a poner en práctica con el alumnado durante el curso. Tendría ocasión de conocer cómo se va gestando una propuesta metodológica, y no sabía si estaría a la altura para participar en este grupo de personas con extensa experiencia y conocimientos pedagógicos y didácticos.
Sin embargo, el tema de discusión que acaparó casi toda la reunión versó sobre si las libretas debían tener 5mm o 6mm, o si era más efectivo el cuadrito que la pauta. Pero además, me sorprendió muchísimo la seriedad con la que se planteaba el asunto, como si eso fuese a determinar el aprendizaje real del alumnado o las formas de afrontar la diversidad. El grosor de la punta del lápiz o el tamaño de la cuadrícula era determinante.
Así que en aquella primera reunión no pude enterarme de todas aquellas estrategias docentes que me ayudarían a afrontar mi nuevo puesto de trabajo.
Y pasaron veinte años, y llegó la Pandemia
Veinte años después se siguen debatiendo estas cuestiones de forma invariable, mientras un alud nos pasa por encima. El apego a lo tradicional, a lo de “siempre se ha hecho así”, parece que nos mantiene en una especie de burbuja que nos protege de lo inevitable, de lo necesario y de la realidad. Y así van pasando los cursos y se van manteniendo los cuadritos o las pautas sin querer asimilar que estas cuestiones están en un segundo o tercer plano, y que jamás podrán dar respuesta a lo que el alumnado, sus familias y la sociedad actual, azotada por los cambios y los reajustes, necesita.
La pandemia del Covid ha dejado al desnudo nuestras fortísimas carencias educativas y nuestras grandes limitaciones para adaptarnos a los cambios. Mientras unos pocos, casi no se han despeinado con la teledocencia, el agrupamiento por ámbitos, la semipresencialidad, la educación emocional, las nuevas formas de entender y atender la diversidad; otros siguen obstinados en que el lápiz de grosor X favorece la escritura mejor que el de grosor Y. Como queriendo normalizar lo anormal. Como si afianzar lo de siempre fuese a eliminar la amenaza de lo diferente.
Pero estamos comprendiendo que necesitamos pasar de las libretas a la tecnología; de los libros de texto a las búsquedas guiadas; del “niño, atiende” a la autonomía personal de nuestro alumnado; del rendimiento escolar manifestado por las notas a la competencia de aprender a aprender; del “castigado” a las competencias sociales y afectivas; del “sácame a Juan a PT” a la docencia compartida; y tantas y tantas cuestiones que siempre van quedando en el cajón del “ya si acaso, mañana” eterno. Ya no podemos guardar más la llave de este cajón.
Aunque casi se comprende. No estamos en situación de exigir más a los profesionales de la educación, que después de tanto esfuerzo, tanta adecuación a los tiempos y tanta formación para la renovación, se han visto abandonados a su suerte por la Administración Educativa.
Pero en esta vuelta a las aulas en la «nueva normalidad» estamos intentando que el modelo clásico siga anclado, y corremos el peligro de dejar pasar una situación histórica que llegó para enviarnos señales de aviso sobre lo que vendrá.
Merecemos un modelo mejor. Ha llegado el tiempo que cada actor afronte sus retos para comenzar a mirarnos como un Sistema Educativo que ofrezca auténticas garantías de futuro a nuestro alumnado.
Estoy totalmente e acuerdo con lo que publicas Antonio, y opino que la libertad de la mente está prisionera desde hace mucho tiempo, desde antes de la pandemia. Voto por hacerla volar en un viaje seguro en donde los pasajeros sean nuestros alumnos y los que quieran.
Y esto es globalizado, escribo desde México y parece que estás describiendo lo que sucede en una academia de grado o en un CTE de mi escuela. El cambio debe profundo, desde el SEN, pero mientras eso ocurre, ¿cuánto podemos hacer los docentes y directivos? ¿Estamos dispuestos?
Thank you!!1
Gracias