El principio del compromiso es el más importante de los que nos propone el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA). Sin duda, encontrar la forma de implicar a todo el alumnado en la tarea, de motivarles y de darles opciones para la auto-regulación y la autonomía en sus decisiones, es fundamental para que los otros dos principios cobren todo su sentido.

El principio del compromiso implica toda la parte de emociones y de afectividad que los alumnos y alumnas deben poner en juego en cualquier actividad o tarea del aula. Por ello el docente debe tener un papel fundamental para mantener activadas esas emociones y conocer cómo influyen en las maneras de procesar la información de todos y cada uno de sus alumnos y alumnas.

La evaluación tiene un peso especialmente importante en todo este proceso, ya que solo conociendo las formas de aprender y de emocionarse y motivarse que cada discente tiene es como podremos diseñar un currículo que satisfaga la gran diversidad de intereses, afectos y motivaciones que se dan en el aula. Y en este momento debemos poner en juego estrategias de retroalimentación que nos hagan re-diseñar el modelo didáctico inicial para ir ajustándolo a las constantes demandas del alumnado, que son variables y se mueven según la emoción que seamos capaces de transmitir.

emoticonos con diferentes emociones en la cara
Imagen de Pixabay con Licencia CCO

El feedback con el alumnado debe ser continuo y se puede mover por una serie de principios:

  1. Elección de los Medios: Los medios que se proponen en un actividad condicionan el aprendizaje de los alumnos y alumnas siempre que sean obligatorios y únicos para alcanzar los objetivos propuestos. Debemos pensar que si hacemos esto estamos discapacitando al alumno/a ya que le negamos la posibilidad de hacerlo por otra vía. Si no tenemos esto presente estaríamos evaluando la capacidad para usar los medios, y no la consecución del objetivo de aprendizaje.
  2. Cuestionar el Currículo: Debemos cuestionar el currículo cuando tratamos de descubrir las barreras en el aprendizaje. Hemos de focalizar el objetivo y asegurarnos de que los aprendices lo alcanzan proporcionando múltiples vías para hacerlo. Estos dos primeros pasos se convierten en premisas necesarias para realizar una auténtica evaluación centrada en el alumno/a y no en el currículo.
  3. Monitoreo Constante: Hemos de estar en continuo diálogo con los alumnos/as para que nos proporcionen un feedback sobre los problemas que están encontrando para alcanzar los objetivos propuestos. Son ellos los que nos pueden indicar el camino para que nosotros salvemos las barreras. Debemos proporcionarles instrumentos que les permitan realizar este proceso de auto-valoración de sus capacidades y posibilidades de acción y expresión (listados de acciones, escalera de la metacognición, listados de verificación, marcadores de aprendizaje…).
  4. Herramientas de evaluación: En la propuesta de instrumentos y técnicas de evaluación que nos aporten feedback a los docentes debemos asegurarnos de que pueden ser comprendidos por los alumnos y que pueden usarse para expresar sus aprendizajes y motivarlos a tomar los desafíos. Los instrumentos que etiquetan, corrigen, examinan… son poco válidos para este cometido. Dejo entrada del blog donde hablo de los instrumentos de evaluación según el modelo DUA.
  5. Detección de barreras: Todo este proceso de retroalimentación nos debe ir dando pistas sobre cuáles son las barreras iniciales que habíamos incrustado en nuestros modelos didácticos, eliminarlas y seguir adquiriendo feedback para detectar nuevas barreras. Los procesos didácticos de las aulas siempre proponen nuevas barreras que no son detectadas hasta que un alumno o alumna no puede sortearla. Por eso el proceso de retroalimentación debe ser constante, repetitivo y cíclico.
  6. Re-diseñar sin barreras: Una vez descubiertas las barreras hemos de re-diseñar la propuesta curricular y la instrucción. Se trata de un flujo constante de retroalimentación. Cada nueva barrera detectada debe implicar un nuevo modelo didáctico.

 

 

El proceso de retroalimentación implica diálogo, feedback del estudiante al profesor y en definitiva, creer en tus alumnos y alumnas.