Estoy asistiendo, algo atónito, a una serie de tuits en redes que afirman categóricamente que el DUA no está basado en evidencias científicas, «digamos NO al DUA», está basado en los estilos de aprendizaje o inteligencias múltiples, es un esfuerzo en vano…

Hace unos años no oíamos esta expresión de «negacionistas» y ahora, parece que como el propio coronavirus, nos está invadiendo esta forma de negar todo aquello que nos molesta, desconocemos o nos incomoda.

Bueno, vaya por delante que lo que os presento, como siempre, no deja de ser una opinión personal que solo se basa en los años que llevo investigando, trabajando y poniendo en práctica el DUA. Os voy desglosando mi opinión en diferentes bloques, y disculpas anticipadas por la extensión del post:

El DUA no es una metodología.

El DUA no es una metodología, es un cambio de mirada sobre el diseño de nuestro propia propuesta didáctica en el aula. Aunque se nos habla de evidenciar los resultados de aprendizaje en elementos cuantificables, creo que la gran esencia que nos aporta DUA no se mide en cantidades, sino en cualidades que se deben tener presentes en las situaciones de enseñanza y aprendizaje de las aulas.

En este bloque, me gustaría añadir una infografía que publicaba mi compañero y amigo, José Blas García en redes sociales:

pensar que analizar el DUA se reduce a tener evidencias de rendimiento es no haber entendido nada de inclusión
Imagen de José Blas García

 

Validez científica del DUA

El DUA ofrece al docente la posibilidad de combinar múltiples opciones en sus diseños didácticos para generar alternativas que ayuden al alumnado a minimizar barreras. Esto supone que cada docente puede combinar múltiples modelos de enseñanza basados en las pautas y puntos de verificación que propone. Las combinaciones pueden dar lugar a miles de propuestas DUA diferentes en las aulas, con lo que resultaría imposible demostrar empíricamente la mejora del rendimiento del alumnado con las prácticas DUA. Solo podríamos valorar si el diseño didáctico que ha generado un determinado docente, usando las orientaciones del DUA, mejora el rendimiento de su alumnado con respecto a sus propias prácticas anteriores sin DUA. Esto haría que el docente se convierta en un investigador de su propia aula (Rael, 2009).
Actualmente estoy colaborando en una investigación de una tesis doctoral sobre la mejora en la participación y el rendimiento del alumnado que va a trabajar con una Unidad Didáctica basada en DUA. Aunque las evidencias que nos arrojen estos resultados sean muy positivas, no podría decir que efectivamente el DUA tiene evidencias científicas de su mejora en el aprendizaje. Solo podríamos certificar que esta UDI concreta ha demostrado estas mejoras, porque otro docente puede generar otras alternativas diferentes y quizás, con esas alternativas, el resultado no sea igual de evidente.
Comprendiendo esto veremos la dificultad de validar el DUA de un modo global, y así lo entiende el CAST en su web, en el apartado «Evidencia de Investigación». En esta página sí nos ofrece toda la investigación científica que abala cada uno de los puntos de verificación de las Pautas 2.2. Esto sí que tiene detrás una amplia bibliografía con evidencias de la mejora del aprendizaje y la participación en experiencias en las que se ha implementado cada una de las propuestas que se proponen. Luego de esto, como cada docente combine estos puntos de verificación hará que su propuesta sea más o menos eficaz.

 

DUA  y Estilos de Aprendizaje

El DUA no se entiende como una propuesta que busca generar actividades diferentes para estilos de aprendizaje diferentes. Se basa en hacer que una misma actividad pueda ser abordada por los estudiantes desde múltiples vías. Es numerosa la literatura que nos dice que los estilos de aprendizaje no han podido verificarse con investigaciones fiables (Tourón 2018). Se dice que las investigaciones realizadas no dan evidencias de una mejora en el rendimiento del alumnado, pero tampoco dice que no las den. Lo que sí es cierto es que muchísimos profesionales de atención a la diversidad generan multitud de materiales, por ejemplo con apoyos visuales, porque saben que hay una parte del alumnado al que esta presentación de la información le ayuda en la comprensión de la misma. ¿Podemos hablar aquí de un «estilo de aprendizaje»? Pues la ciencia dice que no, pero la experiencia nos dice que efectivamente minimizan barreras con su uso, y no tiene nada que ver con la forma en la que esa persona procesará la información, porque todos la procesamos igual, pero sí tiene que ver con el acceso y con la eliminación de dificultades personales para ese procesamiento.

Tenemos que tener claro que las alternativas que se proponen desde el enfoque DUA no pretenden ofrecer materiales diferentes para alumnos diferentes, sino que las alternativas vengan a complementar la información que se genera por los cauces habituales y únicos.

Una alternativa se convierte en una opción para el alumno cuando éste puede

elegir de entre varias propuestas presentadas en el proceso de aprendizaje.

Esas opciones pueden enriquecer o complementar el acceso, construcción e internalización de ese aprendizaje. En otros casos, el alumno no puede elegir entre varias opciones, sino que solo puede desarrollar su aprendizaje con una única opción. Cuando ocurre esto, lo importante es que este alumno concreto encuentre disponible esa única opción de entre varias alternativas. ¿Por qué ocurre esto?, porque existe alguna limitación funcional, bien sea en su desarrollo perceptivo, en su comprensión, en sus procesos de abstracción, en sus funciones ejecutivas, en sus posibilidades motrices… que hacen que la vía ofrecida de manera única no se ajuste a sus capacidades potenciales. ¿Estamos hablando entonces de diferentes estilos de aprendizaje? Evidentemente no, procesará la información de la misma manera que todos, pero habrá tenido la oportunidad de que esa información pueda llegar a procesarla. Por eso nunca centro la proyección del DUA en ningún alumno concreto, sino en las actividades y las limitaciones que propone un modelo rígido y poco flexible sin estas opciones y alternativas.

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Imagen de Pixabay con Licencia CCO

Es cierto que yo mismo, en algún post de este blog, en años anteriores, he apelado a los estilos de aprendizaje. Como ya nos dijo Tourón hace 6 años: «Esta creencia tiene un atractivo muy intuitivo, porque las personas son mejores en algunas cosas que en otras y, en última instancia, puede haber una base cerebral para estas diferencias. Los estilos de aprendizaje prometen optimizar la educación al adaptar los materiales para que coincidan con el modo preferido de procesamiento de la información sensorial del individuo.» A todos nos atrapó esta idea y todos queríamos que fuese cierta. Pero también todos progresamos en nuestros conocimientos y vamos cogiendo otras perspectivas con la experiencia.

El propio CAST, explica que en sus comienzos fueron una empresa que se dedicaba a proporcionar aplicaciones informáticas para alumnado con discapacidad según sus «estilos de aprendizaje». Pero después aclaran que el gran descubrimiento para ellos fue el darse cuenta de que generar otras opciones para unos pocos, ayudaban a toda la clase, porque en todos los grupos existe una variabilidad de aprendices. Su modelo también evoluciona desde esta perspectiva de «estilos de aprendizaje», que en los años 80 tenían bastante fuerza, hasta centrarse en los diseños didácticos y no tanto en las personas que los reciben. Creo que por esto ciertas personas critican el DUA porque dicen que parte de los diferentes «estilos de aprendizaje».

 

DUA y el procesamiento de la información

En el DUA se respeta la idea de que la forma de procesar la información para generar aprendizaje en el ser humano es única, y lo que propone son soluciones para que todo el alumnado pueda acceder, comprender e interiorizar esa información desde aquella vía que no le suponga una barrera por sus características personales: dificultades sensoriales, cognitivas, de conocimientos previos, emocionales o afectivas. Debemos entender que el aprendizaje sucede de una única forma que sigue la secuencia sensación-atención-percepción-memoria, y todos aprendemos de esa forma.

Héctor Ruiz (2020), en su libro ¿Cómo aprendemos?, hablando sobre «neuromitos», dice lo siguiente sobre los estilos de aprendizaje:

Lo que sucede cuando cuando presentamos la información de varias maneras es simplemente que incrementamos la probabilidad de que más alumnos comprendan lo que están aprendiendo, simplemente porque tienen más oportunidades de hacerlo, esto es, disponen de más «pistas» para atar cabos.

Luego el problema no está en el estilo de aprendizaje sino en la forma en la que el alumnado va a abordar esa situación que se le propone según las propias capacidades de las que disponga.

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Las diferentes formas de aprender del alumnado vienen condicionadas por sus conocimientos previos, por sus propias motivaciones, condiciones emocionales,  afectivas y su propia autorregulación en el aprendizaje. Y creo que el DUA toma un papel destacado en su Principio de Compromiso cuando nos propone que los diseños didácticos deben ser lo suficientemente abiertos y flexibles como para que todo el alumnado tenga oportunidades de aprender desde estas condiciones que alimentan su aprendizaje. Cuando se cuestiona el DUA porque la investigación dice que la presentación de materiales diferentes para alumnos diferentes no mejora el aprendizaje, creo que se está simplificando el DUA a que se presente un audio o un vídeo alternativo a un texto. El DUA es mucho más que todo esto y creo que estas personas «negacionistas del DUA» deberían acercarse un poco más al modelo global y conocerlo, en lugar de sentirse amenazados porque van a tener que generar más materiales.

 

El DUA y la simplificación del aprendizaje

El DUA no simplifica, sustituye o reduce los objetivos de aprendizaje de las actividades. El objetivo de aprendizaje que persigue el docente siempre es el mismo para todo el alumnado. Son muchas las personas docentes que me trasladan esta idea de que con su aplicación, una parte del alumnado no trabajará aspectos como la lecto-escritura al proporcionarle otra vía para expresar su aprendizaje, reduciendo así sus prácticas de escritura. En este caso, o en otros similares, el problema viene derivado por dos factores:

1. Tenemos que tener claro cuál es el objetivo de aprendizaje de la actividad que le presento a mi alumnado. Ofrecer caminos diferentes para que alcancen y expresen su aprendizaje no debe despistarnos sobre si el alumno alcanza o no ese objetivo de aprendizaje. Como he dicho antes, con la incorporación de estas alternativas lo que estoy pretendiendo es, precisamente, que el alumno adquiera el objetivo de ese aprendizaje al ofrecerle múltiples «pistas» para que pueda comprenderlo y múltiples vías para que pueda hacérmelo llegar.

2. Confundimos con demasiada frecuencia los «medios para expresar el aprendizaje» con ese «objetivo de aprendizaje». Siguiendo con el ejemplo de la lecto-escritura, si nuestro objetivo de aprendizaje no es que el alumno o alumna en cuestión aprenda la lecto-escritura, la composición escrita, la sintaxis, sino que el objetivo de aprendizaje que me he marcado tiene que ver con el respeto a los animales, pregunto: ¿por qué es tan importante que ese aprendizaje nos lo manifieste por escrito? Cuando estemos trabajando los bloques relativos a la lecto-escritura lo puedo comprender, pero aquí no. Y ocurre porque entendemos que el objetivo de aprendizaje es que nos los exprese por escrito, y es aquí cuando confundimos objetivo de aprendizaje con «medio» para expresar el objetivo de aprendizaje.

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Otra cuestión es la relativa a qué entendemos por «respuesta escrita». ¿Tiene que ser de puño y letra, con escritura cursiva enlazada y sin salirse de los cuadritos? ¿Pone esto en algún sitio de nuestra normativa curricular? O la «respuesta escrita» quizás se deba más a la forma de componer los textos, su coherencia, su sintaxis, el uso de palabras adecuadas… ¿Y esto no lo puede hacer una persona con un conversor de voz a texto, o con un teclado, o con un asistente predictivo? En Twitter he podido ver ideas como que sí que podemos entender que una persona ciega no pueda leer un texto oral, pero estamos en un error si lo hacemos extensivo a un alumno con dificultades para escribir. Esto me resulta impactante, aunque no novedoso por mi trayectoria de 12 años en el Equipo de Ciegos. Pero es espectacular cómo otorgamos derechos a las personas según tengan una u otra dificultad: el ciego si puede, el niño con dificultades lectoras no. No hay más preguntas, señoría…

En definitiva, lo único que he querido aportar con este post es que estas corrientes negacionistas de todo nos está superando. Vamos a conocer primero, vamos a profundizar después y vamos a respetar las ideas y el trabajo de las personas. El DUA es una herramienta que nos puede facilitar algo que todo docente quiere y desea: que todos sus alumnos/as aprendan. Vamos a acercarnos al él con curiosidad y no con rechazo. Y si no os convence, pues seguiremos avanzando, trabajando y proponiendo nuevas formas de acercar evidencias y prácticas.

Créditos:

CAST (2022): Evidencia de investigación. Sitio Web: https://udlguidelines.cast.org/more/research-evidence

RUÍZ, H. (2020): ¿Cómo aprendemos? Una aproximación científica al aprendizaje y la enseñanza. Graó. Barcelona.

TOURÓN, J. (2018): ¿Existen los estilos de aprendizaje? javiertouron.es 29 de enero de 2018

Rael, I. (2009). La investigación en la práctica docente. En TOMÉ, F. y MANZANO, B. Investigación en la práctica docente. Sitio web: https://fantoniogargallo.unizar.es/sites/fantoniogargallo.unizar.es/files/users/jlatorre/la_investigacion_en_la_practica_docente.pdf