El 29 de febrero enviaba este artículo a la Editorial Graó para su publicación en el número 222  de la revista Aula de Innovación Educativa, que sería en el mes de abril. 

Aunque ya teníamos las referencias de China y, en menor medida de Italia, ninguno le prestamos demasiada atención a la pandemia del COVID-19 y seguíamos, cada uno, a lo nuestro. En este caso intentaba reflexionar sobre por qué no se desarrolla de forma adecuada el trabajo competencial en las aulas. 

imagen del artículo original en la revista
Revista Aula. Núm. 222

Ahora, al revisar el escrito publicado en la revista, me gustaría ofreceros algunos cambios en el mismo para trasladarlo a un contexto de confinamiento como el que estamos viviendo. 

La importancia del trabajo competencial en las aulas

Resumen: Entender el trabajo competencial en las aulas nos daría la llave para que todos los alumnos/as tengan cabida en nuestra escuela aplicando estrategias de enseñanza que les lleven a poner en juego sus propias capacidades potenciales. Pero, ¿cómo podemos trasladar esto al tiempo de confinamiento que estamos viviendo?

Contenido:

El desarrollo de las competencias se viene postulando en nuestra normativa educativa desde la publicación de la LOE de 2006. Aunque no es hasta 2014, con la publicación del nuevo Real Decreto de currículo básico, cuando se comienza a proponer un currículo que abandone los contenidos como motores didácticos, y acojan a los criterios de evaluación y estándares como sus sucesores.

Esto abre un mundo de posibilidades para que los diseños didácticos ofrezcan alternativas de participación a todo su alumnado.

Entender que un problema se puede resolver de múltiples formas y no con un camino único que solo ponga en juego un tipo de inteligencia; con diferentes niveles de profundidad, llegando cada alumno/a a poder participar de una forma más contextual y simple, o más funcinal y profunda; y sobre todo poniendo en juego diferentes competencias personales, significa entender que cualquier alumno/a tenga la capacidad que tenga, puede participar de este diseño didáctico.

De esta forma, el contenido no determina el aprendizaje, sino que solo lo apoya. El contenido solo es una herramienta que nos ayuda a poner en juego las diferentes estrategias, habilidades o saberes que un problema nos puede plantear. Lo que determina el aprendizaje es la capacidad potencial puesta en práctica en contextos adecuados para solucionar esos problemas nuevos para el alumnado. Y eso es lo que llamamos Competencia.

Y este giro tan importante hace que se abra el abanico de propuestas metodológicas que aseguran que el aprendizaje del alumnado se realice en términos competenciales: Flipped classroom, ABP, Aprendizaje Basado en Retos, Aprendizaje Servicio,… Todas estas metodologías proponen situaciones de aprendizaje en las que el alumnado deberá aportar sus conocimientos, destrezas y actitudes en contextos reales o simulados para resolver problemas, retos o realizar productos finales.

¿Qué nos ocurre en esta nueva situación de confinamiento?

 

Las metodologías activas nos van a ofrecer una oportunidad de contextualizar todos estos aprendizajes en un entorno más cercano y conocido para el alumno/a marcado por tres ejes fundamentales:

– El conocimiento de su propia familia y los retos que el confinamiento les está planteando:

Formas de organizar los horarios de cada miembro; gestión económica familiar muy variable en cada caso; organización de las compras; sensaciones, emociones, deseos, ilusiones o miedos que se están sintiendo; roles de participación en las tareas de casa.. ¿Podemos darnos cuenta de la cantidad de criterios de evaluación curriculares y contenidos transversales que se pueden plantear en nuestras tareas que se podrían contextualizar en esta situación de confinamiento?

– Una nueva mirada a su calle, barrio, localidad, ciudad.

Su entorno social está confinado. Las salidas están restringidas, también los comercios limitan su actividad según el sector, las necesidades primarias y/o secundarias; los servicios sanitarios se colapsan y se re-estructura su atención; los vecinos mayores no pueden salir de la casa a hacer las compras y se necesitan acciones solidarias de apoyo a la tercera edad; se limitan los recorridos  para pasear perros o elegir tiendas de aprovisionamiento según distancias concretas. Los vecinos aplauden a las ocho, ¿por qué?, ¿qué movimientos sociales, emocionales o personales nos lleva a hacerlo? ¿Cómo podemos colaborar en este incremento del ánimo colectivo desde casa? Quizás podamos ahora descubrir criterios de evaluación de matemáticas, de Lengua Castellana, Sociales, Naturales, Física… encubiertos en Aprendizaje Servicio, en productos finales o en la resolución de desafíos para, por ejemplo, salir a hacer la compra, ayuda al vecino mayor o elaborar un cartel de ánimo colectivo.

– Los acontecimientos en el mundo.

Una mirada global a los acontecimientos mundiales que están ocurriendo a través de numerosos medios de comunicación. Entender qué es un virus, y por ende célula, ADN, enfermedad… Conocer los medios de propagación del virus entre países por aire, carretera, mar o cualquier otro medio de transporte. Realizar campañas que ayuden a comprender por qué es importante lavarse las manos. Número de contagios, relaciones estadísticas entre altas y contagios… Gráficos que ayuden a personas mayores a comprender mejor la propagación del virus en España o en el mundo… Geolocalización de países afectados. Línea del tiempo con la «vida del virus».  No terminaría de imaginar proyectos, tareas, retos, desafíos, problemas que podrían cubrir multitud de criterios de evaluación de todas las etapas educativas.

chica con máscara mirando al covid-19
Imagen de Pixabay con Licencia CCO

¿Cómo abordamos el apoyo mutuo estando en casa?

En contextos educativos habituales se nos proponen las competencias sociales y cívicas para plantear en las aulas situaciones de trabajo cooperativo. Y se nos habla de interdependencia mutua, responsabilidad grupal, participación equitativa… Aspectos que nos llevan a que nuestro alumnado pueda participar en las situaciones del aula apoyándose en un grupo de iguales que se complementan para sumar capacidades diferentes.

Quizás en este contexto esta competencia se nos torna en un poco más complicada. Pero debemos hacer emerger nuestra creatividad basándonos en nuestras posibilidades actuales. Las  competencias sociales se basan en la interacción con otra u otras personas. Los recursos personales con los que contamos en este aspecto son bien claros: familias, profesorado a distancia, vecindario, compañeros a distancia. Y las herramientas que tenemos acotan estas interacciones disponiendo así de conexiones personales directas con la familia y vecindario según casos y sin exposición al contacto; y conexiones virtuales con profesorado y compañeros recurriendo a elementos tecnológicos como redes sociales, Tecnologías del Empoderamiento y la Participación (TEP) y teléfono.

Centrándonos en los recursos personales que tenemos y en las herramientas disponibles podemos proponer diferentes niveles de cooperación o colaboración en las tareas enviadas, ofreciendo siempre alternativas a esas interacciones para que quien no disponga de vías de acceso a redes sociales o TEP, pueda hacerlo con familiares, vecinos o profes vía telefónica. Pero siempre como una alternativa de colaboración que lleve a dar la posibilidad de que un alumno o alumna determinada cuente con algún sistema de apoyos personales en la realización de la tarea.

En este caso excepcional que vivimos el profesor/a debe erigirse como un auténtico guía y acompañante que pone a disposición de sus discentes todas sus posibilidades de interacción. No es tiempo de cuestionarnos si facilitar nuestro teléfono es o no condicionante de nuestra tranquilidad personal. Ya la recuperaremos.

Aprendizaje Multinivel en casa

Como culmen de esta apertura didáctica del modelo competencial, se nos habla también de enseñanza multinivel, donde se planifican diferentes actividades graduadas en complejidad creciente para que cualquier alumno/a pueda potenciar su zona de desarrollo próximo. Así, esta estrategia se complementa con todo lo que vengo exponiendo sobre el trabajo competencial.

En este caso os propongo una segmentación de vuestras tareas que enviamos a casa que responda a una división sencilla para que el alumnado pueda realizarlas a dos niveles:

  • A nivel contextual. El alumno/a nos expresa su aprendizaje demostrando que ha tomado conciencia del mismo y que lo reconoce y asocia a contextos familiares. Le pedimos un aprendizaje menos profundo, pero que sea capaz de reconocerlo y, en consecuencia, darle utilidad. 
  • A nivel funcional. Donde, con la misma actividad, el alumno/a nos expresa un aprendizaje más profundo en cuanto a su exactitud, integración con otros conocimientos y generalización a otros contextos. Es un aprendizaje más minucioso y con un nivel de dominio mayor que el anterior.

Para ello las tareas deben pedirse con un marcado carácter abierto, en el que no se obligue al alumnado a realizar habilidades concretas, acotadas y condicionadas por los medios que le proponemos para expresar su aprendizaje. Si hacemos esto, podremos hacer elegir por una de las dos vías antes expuestas. Y eso lo conseguiremos en la formulación de las propias tareas o actividades.  Tareas como expresa qué es.., relaciona lo que has visto.., cuenta cómo… abren más posibilidades que escribe, define, descompón…, enumera

Cada alumno/a, contando con sus propios medios de interacción social y apoyo mutuo, aplicando sus propias preferencias competenciales o multimodales, contando con sus propias herramientas tecnológicas o manuales, podrá participar en la tarea, de una forma más contextual o funcional si le pedimos que Represente un aprendizaje sin vías o medios limitantes.

La participación plena, la escuela perfecta que no excluye a nadie, solo pasaba porque el profesorado conociera el trasfondo del trabajo competencial en el aula y ahora en casa, y que solo era la aplicación práctica de los conocimientos. Pero lamentablemente, 14 años después de su aprobación en la LOE, el trabajo competencial sigue siendo un gran desconocido; e incluso en estas circunstancias tan especiales, seguimos enviando fichas que responden a contenidos, se siguen publicando circulares que hablan de avanzar en contenidos y seguimos preguntándonos cómo haremos los exámenes para que el alumnado no se copie. Esta situación exige una altura de miras del profesorado y Administración que supere viejos complejos.

Tenemos la llave para la educación inclusiva, pero nuestro Sistema Educativo Español, ni profesorado ni administración, quiere poner en juego ningún remedio para que esto ocurra, y en estas circunstancias, tampoco.